sábado, 27 de septiembre de 2014

Rumoroso Delta


(Comentario de Walter Jay Nava Haro)

Hablar de erotismo en Rumoroso Delta es hablar de liberación, liberación de atavismos que dividen el amor del deseo sensual, carnal. Sus versos unen conceptos de antaño separados, distanciados y los vuelve un asunto cotidiano, porque Rumoroso Delta es un poemario de las cosas cotidianas como el amor y el desamor, el deseo y el cuerpo, desapego y tristezas, fantasías e instintos, amaneceres y noches de insomnio, noches de espera, de deseos, nostalgia por el otro y por la orfandad que a veces vive nuestra sexualidad.

Cosas cotidianas de los seres que saben amar, encontrarse, amarse y extasiarse, aunque termine, aunque no vuelva a suceder, aunque despierte miedos o claudique en despedidas. “No perdemos tiempo tratando de entendernos, nada juramos” porque “nadie muere de amor, y tan no se muere uno, que lo intenta otra vez; porque uno es sobreviviente, un damnificado, reconstruyéndose” nos dice Justine Hernández en sus versos.

La poesía de Justine retrata instintos, pasiones, encuentros y desencuentros, tanto con el otro como con uno mismo y va dando luz en cada línea, en cada verso, a esos momentos que nos amarran a nuestra historia, a nuestro ser carnal, a ese que soy, cuando puedo ser, cuando quiero ser “bruma contenida que se libera para amarse”.

“El horizonte de las cosas cotidianas, el ir y venir de quien deambula por laberintos de amor y desamor en su batalla diaria contra Eros y Tánatos, que nos llevan hacia los abismos de la soledad y la búsqueda del yo en el eterno retorno de los ritos carnales”, nos dice el poeta Balam Rodrigo sobre la poesía de Justine, que muestra la otredad del amor, revela la crudeza animal del corazón y golpea, una y otra vez, nuestros sentidos con la furia de lo sensual como único y verdadero remanso ante el delirio y el dolor.

Y es verdad, también, que Eros y Tánatos no son tan distantes como a veces pretendemos creerlo, complementarios pareciera una versión más acertada para esto que somos y que llamamos humanidad. Erotismo entendido como el amor sensual, amor que deleita los sentidos y los satisface, caricias, las fantasías y la imaginación que evocan internamente aquellos recuerdos o imágenes que desencadenan la excitación sexual, capacidad para sentir deseo, excitación, orgasmo y placer, y Tánatos como la personificación de la muerte sin violencia, suave como el sueño, un puro dejarse ir, como ese morir en cada despedida, en cada adiós, en cada desengaño y ausencia, y si, también, como esa pequeña manifestación de su ser en cada orgasmo, en cada encuentro con Eros. Ese encuentro de contrarios complementarios que nos permiten reinventarnos, dar entrada a la pasión aplicada al amor y al acto sexual, al deseo sensual y a todas sus proyecciones.

Walter Jay Nava Haro

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