miércoles, 26 de mayo de 2010

Constante


Del lunes sigue el martes
el domingo sigue llegando después del sábado
los árboles siguen desnudándose en mi jardín
pero no suena el teléfono .
Las niñas juegan a la cuerda
los niños a ser policías
el despertador suena a las seis de la mañana
pero la cama es inexplicablemente fría.
Tomo café temprano, salgo a la calle,
los semáforos siguen siendo rojos y verdes,
me venden el periódico, escucho la radio
pero no amanece.
Salgo con los amigos, bebo vino
abro un libro, hago planes
me lleno de hastío, peleo con las cerraduras,
pero en la mesa solo hay un plato
todo sigue como antes
preciso y constante,
es decir que todo sigue igual:
pero sin ti.
JD

lunes, 17 de mayo de 2010

jueves, 6 de mayo de 2010

Antigua vida mia


A mí me encantan las mujeres, cada día me siento más orgullosa de formar parte de este conjunto de seres maravillosos. Mi vida, como la de todas las mujeres ha estado marcada, lacerada, forjada, de otras mujeres… es una cadena interminable. Madres, abuelas, hijas, amigas, hermanas, compañeras de lucha, enemigas, cómplices. Todas. Me encantan las que se polvean la cara, las que cargan sus cestos llenos de frutas o flores como si los huipiles se extendieran sobre sus cabezas y tomaran más vida, las que no olvidan meter un yakult en la lonchera, las que se inscriben en una cátedra de ingeniería sabiendo que aún hoy serán extrañas en esas aulas, las que se compran cincuenta pares de zapatos, las que van y vienen dia a dia, que sufren, que aman, que gozan, que hacen, dan y son vida, todas. Termino apenas de leer “Antigua vida mía” un libro para mí femenino, de mujer para mujer, la historia entrelazada de dos mujeres amigas, que llevan a cuestas las historias de sus madres, sus abuelas y sus hijas. Violeta y Josefa, distintas, opuestas, unidas, inseparables.
Debo este libro a Josean -un hombre maravilloso a quien con orgullo puedo llamar mi amigo- que me prestó sin recelo el ejemplar de Marcela Serrano y no sabía él que me daba algo más allá de las 371 páginas leídas. Antigua vida mía, me dio un descanso, me dio voz para muchas sensaciones, emociones y sentimientos, me dio recuerdos, nostalgia, felicidad, me hizo escuchar una vocecita que decía “a veces yo siento o pienso igual” ó “yo he estado así”.
Hay Viola y José qué voy a hacer ahora que ya cerré el libro….
Les dejo algunos fragmentos, resultado de las pláticas o reflexiones de los personajes, que los disfruten…
PD: Tengo que regalártelo, eso “nos” hará entender muchas cosas.
JD

· Elegí a Violeta entre todas mis amigas porque nuestra historia se remontaba tan atrás que cualquier explicación era innecesaria. Ella formaba parte de mi infancia, era casi un miembro más de mi familia. Por eso me resultaba tan cómoda: lo que hiciéramos juntas era como hacerlo sola. Y mi miedo al vacío no me permitía tanta privacidad.
· Difícilmente a esta edad estrecharías nuevos lazos, no despilfarres los que has mantenido por una vida entera.
· Tanta vida dentro de ella. ¿Para que la andaba prestando?
· Aparece esa otra que no es ella y que a ella le gusta tanto.
· Elige. Heroica o prudente, querida. Ambas cosas no pueden ir juntas.
· Es la vida, mujer, las penas la ponen sabia a una.
· ¿No será mijita que tu problema con ella no es más que el susto de llegar alguna vez a ser así?
· No tengo más remedio. Confiaré en ti tan sólo porque en la vida hay que confiar en alguien.
· Las mujeres no matan a alguien ajeno a sus sentimientos. Ellas matan amantes, hijos, maridos…sólo lo que han amado.
· Lo amenacé: no acompañarme en esta aventura sería considerado una causal para romper nuestro contrato.
· Ella se inventó a sí misma.
· Tengo muchas historias que bordar.
· Lo echo de menos y lanzo un par de imprecaciones por su ausencia.
· No es el sexo lo esencial, es el romance.
· …solía decir que yo era del tipo de mujer que exige ilusiones, como otras exigen joyas…
· Y amo todos esos detalles. Es la única decadencia que soporto.
· A veces hablo contigo, como si hablara conmigo. Sé que tú no eres eso, lo que me maravilla de ti es que no eres eso, eres lo diferente de mi, otra.
· Suelo mandarle pequeños recados tontos, frases cualesquiera, lugares comunes pero ciertos, como todo lugar común. Ella los aprecia, comprende estas modernas señales de humo, palomas mensajeras que le dicen, no te olvido.
· Es fundamental diferenciar la pena de la angustia. La angustia inmoviliza, la pena hace crecer.
· Hay un elemento de la neurosis femenina que temo especialmente: la lealtad al malestar
· Para ser la mujer que era, y haber hecho lo que hizo, y haber vivido lo que vivió, me parece una persona demasiado entera.
· Si algo importante me ha pasado desde la última vez que te vi es que ya no soy joven.
· Le explique que había abandonado la juventud el día en que dejé de consumir los momentos, de vivirlos con rapidez, apurándolos para saber qué venia después. Ignoraba el acontecer en que estaba para saltar al acontecimiento siguiente, siempre ansiosa por vivir lo que, suponía, me deparaba la vida. Mi norte era tan marcadamente el futuro, que apuraba el presente sin atesorarlo. sin vivirlo. Cuando descubrí el placer de retener cada momento, alargarlo intensamente, concentrándome en él sin soltarlo, inhalándolo como si fuese opio o la fragancia del azahar, entonces dejé atrás la juventud.
· Es que nos hemos encontrado en un punto de la vida, el punto del medio, cuando íbamos camino a convertirnos en unos escépticos o descreídos. Nos devolvimos juntos la fe, uno al otro. Y hoy lo que nos pasa, lo que de verdad hacemos, es completarnos.
· No estoy privilegiando una opción sobre otra. Ésta es la que yo necesitaba, tú lo sabes. Me he pasado la vida buscando una forma coherente de vivir y siento que la he encontrado. Hay mil opciones posibles.
· Cada uno sabrá cual es su forma. Lo importante es saberlo a tiempo. También lo sabrás tú, y yo no descalificaré tu opción, ni tú la mía. ¿verdad?
· No me interesa el pasado como tal. Me interesa para entender quiénes somos hoy.
· No es la nostalgia. Es la añoranza. Y créeme, no es lo mismo.
· Porque creo que a cada una nos suceden solamente las cosas que nuestra fortaleza es capaz de soportar. Y la tuya ha sido, es, muy grande.
· Porque no he sabido mirarme de frente, porque he necesitado de otra femeneidad –aunque fuese mi opuesta- para hacer mí propio relato.

Marcela Serrano

miércoles, 5 de mayo de 2010

Positivo en sangre

Hace casi un año, el pasado 10 de mayo, en el patio de una casa, una voz dulce me dijo:
¡Quizá feliz día de las madres!, esa frase todavía me sigue rondando en la cabeza…

Positivo en sangre… Así se leía en el papelito. Rio a carcajadas, lloro emocionada. Inicia entonces el río de preguntas que hasta hoy siguen atorándose en mi cabeza. Primera decisión: ¿ a quién llamar? A mi madre. Le corresponde de acuerdo con el árbol genealógico.
-Estoy embarazada- grito por el celular como si quisiera que mi voz recorriese el océano pacifico que nos separa.
-Lo sabía, te lo dije, las mamás lo sabemos todo – contesta.
Al escuchar eso me quedo muda. ¿Las mamás lo saben todo? Yo ni siquiera sé como se llama la siguiente calle, tengo que regresar a la oficina, hacer compras, dejar de fumar, ir al médico y claro, hacer la segunda llamada, lo cual me aterra.
-¿Bueno?
-Te tengo una noticia: Estoy embarazada.
Tres minutos de silencio después, una voz tranquilizadora y feliz promete estar en contacto, me dice que me ama, que llamará por la noche.
Enciendo el carro, me pierdo por las calles que he recorrido los últimos doce años, llego a ciegas a mi oficina y trato de concentrarme. Hay algo que ya crece en mi. Ya me siento mamá y no, no lo sé todo. Reorganización. Adiós cigarros, zapatos de tacón y alcohol. Sigo guardando la noticia como un secreto celoso. Confundida y con la oreja pegada al teléfono, mi madre ha llamado cincuenta veces en las últimas doce horas. Ella ahora me dice ¿Cómo están? Yo le digo que supongo que “estamos” bien. Supongo que creciendo, supongo que contentos, supongo, solo supongo.
Tengo miedo. Pero estamos bien, supongo.


Pero no lo estuvimos, yo no lo estoy todavía. Todo sucedió muy rápido, la sangre entre las piernas, las lágrimas como ríos, la impotencia, su voz hablándole a mi estomago diciendo: ¡agárrate, no te sueltes!, las preguntas, los medicamentos, su mano entre mis piernas tratando de detenerlo todo, mis manos sobre mi vientre (ésta: la casa derrumbada), el hospital, la nausea, los médicos, el vacio… Todo sucedió muy rápido. El silencio, la resignación (sentimiento horrible, pues no deja ningún margen, no podemos hacer nada, las cosas son así y no pueden cambiarse), mi sexo adolorido, mi mente en otro lado, el silencio…. La recuperación, la explicación “lógica”: Dios, la naturaleza, la madre tierra, yemanya, las circunstancias….

El silencio, el silencio al que recurrimos todos, nadie quiso hablar de eso…
Huí, nadie lo entendió, ni yo misma, ahora sé que fue el duelo de mis entrañas lo que me aventó a tierra firme. Ahí sobre los brazos de mi madre lloré las raíces rotas, el hueco, la cavidad vacía…
Nunca será igual, nunca seré igual, me falta algo y no son las hormonas, ni la crisis de los treinta, es la tierra queriendo germinar, mi útero latente, la voz que dice: ¡agárrate, no te sueltes!...
JD