miércoles, 22 de octubre de 2014

Otra vez las cajas


 
Samir y yo vamos a mudarnos, otra vez… a una ciudad diferente, a una guarida diferente, a una vida diferente. He comenzado el trajín nuevamente de empacar, de meter en cajas, de deshacerme de aquello que no me es esencial. Samir me observa recargado en un rollo de papel burbuja que será la tumba de mis cuadros hasta que encontremos una pared para ellos. Elijo cuidadosamente los libros, este sí, este no, este tal vez. Elijo las piezas de ropa que encajen con el nuevo disfraz que usaré por algún tiempo, pero escondo en el fondo de la maleta mis botas viejas, mis faldas largas y mis aretes de semillas de tamarindo, por si acaso me da un ataque de pánico y necesito apaciguarme. Con miedo y preguntas ahí vamos, otra vez, a lo desconocido, a lo novedoso, a lo que sigue, más por instinto que por necesidad, mas por consecuencia que por conciencia. Siempre mas allá, más lejos, mas camino, más adelante.

¿Cuándo vamos a detenernos, cuando vamos a quedarnos, cuando y donde si no hay de donde irse ni a dónde regresar?

Tres décadas de vida se resumen en cinco cajas, tres maletas y un perro que me sigue a donde voy….  

Caracola de mar, ahora ¿a dónde vas, de que te vas?

JD

Igual


 
 
A todos nos pasa lo mismo, nos caemos y nos levantamos, a veces lo hacemos solos y a veces otros nos ayudan, (a caer o levantarnos), todos vamos por la vida encontrando (sin buscar mucho) personas, situaciones, emociones, retos, aventuras, descansos y escapes. Somos la repetición constante, la copia interminable de experiencias que creemos únicas. Somos egoístas, pensamos que lo nuestro, la vida, el trabajo, la familia, el amor, son especiales, irrepetibles, diferentes.

Pero ¿no todos en realidad pasamos por el mismo camino? Jueces y verdugos, inocentes y culpables, nos colocamos en todos los espacios del ajedrez en algún momento de la vida y al final, hacemos lo mismo, nos armamos y desarmamos con lo que podemos, como podemos, y nos vamos enfrentando a las mismas cosas: autodefinirnos, elegir un modo de vida, enamorarnos, rompernos el alma, establecer compromisos, elegir nuestro grupo social, buscar la trascendencia, alcanzar el tiempo, huir del tiempo… todos lo mismo, de la misma manera, autocondicionados para…

En realidad no somos tan distintos, es solo que el ego, nos cierra los ojos. Pienso por ejemplo que doña estelita, la señora de la limpieza goza tanto de los orgasmos como yo, que mi jefe detrás de su porte ejecutivo alguna vez se puso borracho y vomitó la cena, o que el mesero que me sirvió la sopa hoy, quizá el sábado estrene una camisa y compre flores para su novia con el deseo oculto de por fin quitarle el sostén. Supongo que no vemos las similitudes porque ni siquiera tenemos el valor de vernos a nosotros mismos como iguales, porque hemos aprendido que es mejor destacar, (claro cuidándote siempre de encajar en el papel que te toca), porque lo que es diferente nos atrae y queremos ser atrayentes o quizá sólo porque no sabemos, ni podemos ser otra cosa mas allá de la que somos: humanos.

JD

 

 

Eso de estar bien


 
 
Finalmente tienes una casa, acomodas tus cosas de la manera que a ti te parece que funcionan mejor, la planta que compraste ha sobrevivido su primer invierno y has logrado no incendiar la cocina con tus recetas internacionales. Tienes un trabajo en el que eres un poco más allá de un número y te sientes inteligente y hasta productivo. Has puesto en paz a tus recuerdos, has desarrollado algún hobby y tu colección ya alcanza más de treinta artículos. Tu grupo social es más pequeño pero más constante o más enriquecedor y te has comprometido a dejar de pelear con la vida, el amor y la política. Eres ahora un ciudadano estándar, que paga impuestos y que ve las noticias o lee el periódico con cierta regularidad. Es decir que, lo lograste…. ¿y ahora? ¿ya eres feliz?
Independientemente de la definición de esa palabra tan grande, que es sumamente subjetiva y temporal, la verdad es que no es fácil ser feliz. El autosabotaje es un monstro constante al que uno debe tenerle cuidado. Porque pese a todo siempre algo falta, algo no esta, algo se necesita. ¿Por qué? ¿Somos barrilitos sin fondo a los que nada les es suficiente? No lo creo. Aunque nuestro instinto sea depredador y siempre queremos ir más allá, creo que el punto es que no sabemos estar bien. Porque estar bien significa estar en calma, en paz, tranquilos y hemos aprendido que eso es aburrido, tedioso, estático, cuando en realidad es todo lo contrario, estar bien, con uno mismo, en paz con la vida nos permite ser conscientes, abrir los ojos, concentrarnos y percibir más allá de nuestras manos. Implica claro que no somos víctimas, que asumimos nuestras contrariedades y diferencias, que manejamos nuestras emociones, que reconocemos nuestros errores y eso no es fácil.

Dice Pessoa que “quien quiere poco, tiene todo; quien quiere nada es libre; quien no tiene y no desea, siendo hombre, es igual a los Dioses”….  Siendo libres entonces, nada nos limita, nada tiene poder sobre nosotros, nada se espera y en consecuencia directa nada nos lastima, es decir, seriamos felices… ¿se puede? Supongo que si, cuando hayamos llegado a ese escalón. Por ahora al menos reguemos las plantas, cultivemos amigos y seamos buenos con nosotros mismos.

JD