jueves, 9 de abril de 2020

El salero



Ayer se rompió el salero… 
Desde mis dedos dio tres volteretas y se hizo añicos en el suelo, granos blanquecinos y diminutos pedazos de cristal causaron conmoción en la cocina…
Es una tragedia.
Sazonar la comida es bastante complicado sin este pequeño artefacto.
La sopa desabrida y el guisado salado….
He buscado por toda la alacena algún repuesto, algún especiero viejo, un botecito pequeño, algún contenedor con orificios que haga las veces de salero auxiliar.
Nada.
 Me pregunto por qué si tengo ocho platos hondos no tengo un salero de repuesto. 
Aquí vivimos dos y nunca comemos sopa, pero siempre comemos sal, demasiada, si escucho la voz de la nutrióloga.
Hace años robaba saleros cada vez que podía. Lo hacía por diversión y manía, por hacer algo diferente… Era un acto de transgresión diminuta que me daba placer.  Atreverme, saberme dueña de algo que no me era propio y la satisfacción de ver el trofeo nuevo en la mesa de la cocina no tenía precio, la ansiedad y el riesgo estaban justificados. 
Llegué a tener decenas de saleros de fondas, loncherías, restaurantes, cenadurías diferentes. Incluso uno con un borde dorado y moñito de color rojo proveniente de una boda elegante a la que asistí.
Al final… todos los saleros fueron regalados… 
La colección alcanzó para proveer a familia y vecinos de estos importantes invitados a la mesa…
Debí quedarme con uno de repuesto…

Como recuerdo…
Como fetiche…
Como acto de prevención…

JH


miércoles, 1 de abril de 2020

Julio. El sostener



Me desayuno con tus mensajes en la pantalla de mi teléfono, 
con la foto de tu café sobre el escritorio, con tu horóscopo chino a modo de guía.  
Construyo tu rutina con los retazos de realidad que derramas a lo largo del día, 
un camino de migajas electrónicas y virtuales que me ayudan a darle forma a tu camino.
Un camino que no te guía a mí, 
pero que me dirige a la casa de caramelo que son tus brazos, tu espalda, tu voz….  
Soy una Gretel glotona y te sigo. 
(Te persigo)
Cae la hora violeta...
Yo te espero y pienso nuevamente en ti. 
En eso que no me dices y que yo me invento. 
Porque al final, Lucía, sólo existes porque yo te creo, 
porque eres la idea y el escape, ilusión hecha a mi medida y a mi antojo…
Que placer es entonces saberte en el mundo, en tu mundo.
Nos sostengo Lucía, 
Caminando decididamente en paralelo, para encontrarte cada vez más tu, 
cada vez mas mía, 
lejana y perfecta. 
En la solitud de mi deseo, en la volatilidad de mi mente, en la eternidad de cada instante.
Sostenible.

JH