miércoles, 12 de octubre de 2016

Treinta y seis




Hace unas semanas cumplí años, treinta y seis para ser exactos, según el reloj cósmico he recibido una dotación de poder trascendental, según la voz de mi hermana cuando tenía cuatro años soy lo más vieja que puedo ser, según mis empleadores la ganadora de un globo con helio amarrado a mi silla giratoria y un pastel de chocolate, según el espejo dos arrugas y unas cuantas canas más… 

Según yo… una pregunta nueva, una respuesta recibida y un silencio definitivo.

¿Qué hace una con treinta y seis años en el cuerpo? ¿Qué hace una cómo yo con treinta y seis primaveras en los inicios del verano de una vida? Veo atrás y todo me parece tan cercano: los abrazos de mi mamá cuando hacía frio, los ejercicios de matemáticas guiados por mi padre, el divorcio, la pequeña mano de mi hermana, el beso en la puerta de la escuela, los uniformes de cuadros, la locura del amor…. Veo atrás y todo me parece tan lejano, el dolor estomacal resultado del abandono, las carcajadas sin motivo, los dedos temblorosos descubriendo una piel húmeda, las luces neón, las maletas, los arrebatos, las despedidas…

¿Qué se hace con una vida a la mitad, según la expectativa de vida promedio? ¿Se espera como en los cines viejos durante el intermedio a que siga la película o se levanta uno a abastecerse de lo necesario para llegar al final? Estar a la mitad es ser bastante vieja para algunas cosas y no lo suficiente para otras, es ser como una falda Chanel, que aplica para muy pocas ocasiones.

Cumplí años en miércoles, cosa extraña, hace mucho que renuncié a ellos por intermedios y aburridos….

JD

1 comentario:

Arturo Hernandez dijo...

Buscas la fuerza de la tierra, fluyes como el agua, sientes la libertad como las aves en el aire, reclamas el poder del fuego y te conectas con la divinidad que eres... Fluyes... Fluyes...