viernes, 10 de abril de 2015

Como otro


 
Las comparaciones son inevitables, el alma de una ciudad a la de otra, la distancia de un ojo a un pulgar, de un lunar a una rodilla , el olor del café de la esquina al de la cafetera de mi casa.
Siempre los segundos acercamientos serán evaluados.

Comparamos todo, excepto al amor. No es posible, porque en resumen, somos otros, otras. Fueron otros días y colgarles un calificativo es demasiado subjetivo.  Sin  embargo, es  el referente inicial, el que abre la primera herida, el que marca el  surco a seguir,  la base, el génesis emocional.
Y es difícil brincar a otro campo, irse por otra vena de corazón a cerebro,  para no toparse con el antecedente, en consecuencia,  uno tiene que ir a tientas, pisando con cuidado para no caerse,  para no asomarse a los abismos, para no volver la vista atrás y huir despavorido o detenerse.
JD

1 comentario:

Anónimo dijo...

Por qué volver la vista atrás? Puede ser por curiosidad, por falta de fe en el presente, o tal vez porque añore lo que dejo o a lo que pertenecía. Siempre se corre el riesgo de mirar atrás y como la esposa de Lot, convertirse en estatua de sal. La certeza del presente siempre tatuada en tu frente JD, para ser.