viernes, 10 de abril de 2015

Amorfos


 
El silencio de mi cuerpo me lo dice: algo está pasando.
Yo que pensé que era fácil saberse con la lengua y con los dedos. Que las ganas de verse, estar, tocarse, estaban implícitas, parece que a veces, la fisicidad interfiere. Aunque pudiera uno encontrarse con un sabio y amarse sin el cuerpo, comunicarse sin tocarse.

Debe ser que soy bastante elemental. Enfrentarme a la otredad es “per se” atemorizante. ¿Cómo voy a lograrlo sin tender el puente de la carne? Mi vientre, mi sexo, mi  pecho, son visceralmente importantes, emocionalmente imprescindibles... Corro el riesgo de tocar y ser tocada, expongo la vulnerabilidad más allá del desnudo, ahí donde está el instinto y el diente y el fluido.

No conozco mejor manera para encontrarnos, que urgentes, amorfos y amantes.
JD

 

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