martes, 11 de febrero de 2014

Buena

 
Estoy convencida que soy una buena persona, es decir vivo y dejo vivir. Pero a veces quiero ser buena, es decir normal, es decir convencional, es decir como casi todos. Tampoco es que mi ego quiera gritar “soy única” no, sé que soy una gota como todos en este mar de humanidad, funciono socialmente, se usar los cubiertos y combinar algunos colores pero hay algo que desentona, una pieza del rompecabezas que no acomoda, una vocecita en mi cabeza, una fe de erratas…
Me apena decir también que quiero ser buena,  ¿buena para que, buena para quién?
Porque aceptar que a veces quiero ser buena contradice el 80 % de mi ideología, pero luego me consuelo pensando que las personas buenas no tienen tantas preguntas como yo y seguramente no pensaría tanto en estas cosas. Después me resigno, cuando estoy a solas tomando mi café y leyendo, cuando hablo con alguno de mis amigos (que tampoco son muy buenos que digamos) y nos reímos y nos lloramos hasta que nos es suficiente, o también cuando siento maravillas, cuando me orillo a mis abismos, cuando reviso mis notas, cuando percibo los colores en las gotas de agua… Entonces me doy cuenta de que no ser buena no es tan malo y que si fuera buena, perdería casi a todo mi círculo social, porque los no-buenos siempre andamos buscándonos, persiguiéndonos, acompañándonos. Y tal vez lo que deba hacer para no sentir ganas ocasionales de ser buena es mudarme a un vecindario de no-buenos, donde mis preguntas no sean incomodas, donde mis rarezas no se noten tanto, donde no hay temas tabú o cosas de las que no se hablan, donde nadie ande cuestionando a nadie, etiquetando a nadie, donde los no buenos, podamos ser no buenos sin sentirnos malos….
JD

1 comentario:

Anónimo dijo...

A cada línea, a cada foto, usted me gusta más. Me gusta su ingenio. Me gusta su independencia. Me entusiasma pensar que alguna vez la conoceré y me tomaré una copa de vino con usted.