(Comentario de Walter Jay Nava Haro)
Hablar de erotismo en Rumoroso
Delta es hablar de liberación, liberación de atavismos que dividen el amor del
deseo sensual, carnal. Sus versos unen conceptos de antaño separados,
distanciados y los vuelve un asunto cotidiano, porque Rumoroso Delta es un
poemario de las cosas cotidianas como el amor y el desamor, el deseo y el
cuerpo, desapego y tristezas, fantasías e instintos, amaneceres y noches de
insomnio, noches de espera, de deseos, nostalgia por el otro y por la orfandad
que a veces vive nuestra sexualidad.
Cosas cotidianas de los seres que
saben amar, encontrarse, amarse y extasiarse, aunque termine, aunque no vuelva
a suceder, aunque despierte miedos o claudique en despedidas. “No perdemos
tiempo tratando de entendernos, nada juramos” porque “nadie muere de amor, y tan
no se muere uno, que lo intenta otra vez; porque uno es sobreviviente, un damnificado,
reconstruyéndose” nos dice Justine Hernández en sus versos.
La poesía de Justine retrata
instintos, pasiones, encuentros y desencuentros, tanto con el otro como con uno
mismo y va dando luz en cada línea, en cada verso, a esos momentos que nos
amarran a nuestra historia, a nuestro ser carnal, a ese que soy, cuando puedo
ser, cuando quiero ser “bruma contenida que se libera para amarse”.
“El horizonte de las cosas
cotidianas, el ir y venir de quien deambula por laberintos de amor y desamor en
su batalla diaria contra Eros y Tánatos, que nos llevan hacia los abismos de la
soledad y la búsqueda del yo en el eterno retorno de los ritos carnales”, nos
dice el poeta Balam Rodrigo sobre la poesía de Justine, que muestra la otredad
del amor, revela la crudeza animal del corazón y golpea, una y otra vez,
nuestros sentidos con la furia de lo sensual como único y verdadero remanso
ante el delirio y el dolor.
Y es verdad, también, que Eros y
Tánatos no son tan distantes como a veces pretendemos creerlo, complementarios
pareciera una versión más acertada para esto que somos y que llamamos
humanidad. Erotismo entendido como el amor sensual, amor que deleita los
sentidos y los satisface, caricias, las fantasías y la imaginación que evocan
internamente aquellos recuerdos o imágenes que desencadenan la excitación
sexual, capacidad para sentir deseo, excitación, orgasmo y placer, y Tánatos
como la personificación de la muerte sin violencia, suave como el sueño, un
puro dejarse ir, como ese morir en cada despedida, en cada adiós, en cada
desengaño y ausencia, y si, también, como esa pequeña manifestación de su ser
en cada orgasmo, en cada encuentro con Eros. Ese encuentro de contrarios
complementarios que nos permiten reinventarnos, dar entrada a la pasión aplicada
al amor y al acto sexual, al deseo sensual y a todas sus proyecciones.
Walter Jay Nava Haro
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