A ella, a la llena de
vida, la muerte le persigue. Ha enterrado un marido, un hijo y al amor de su vida. Es envidia dice ella, mientras saca con paciencia de las macetas
amarillas que se desbordan de geranios, dos gusanos gordos y los ofrece a mano abierta
a sus pichones enjaulados. La muerte
siempre me anda dando vueltas, es que esta muy fría la cabrona, tiene ganas de
sentir cosas, pero no puede y se enoja. No me da miedo, me da lástima y eso está
mas jodido, ¿no crees?
Todo está palpitando, ¿observas?
Los gusanos van a darle vida a estos pajaritos, pero si los dejo ahí,
terminarán por matar a la planta. No es que quieran hacerlo, no creas que son
malos, tienen que comer, seguir viviendo, nosotros, los animales, gusanos,
pájaros o humanos, no sabemos hacer otra cosa. Es algo más grande que nosotros,
mira a estos, casi se sacan los ojos por quitarle el bocado del pico al otro,
porque en ello se les va la vida y a veces en esa lucha, uno mata. ¿miras? Dijo esto mientras me mostraba una mancha roja
en el centro de su palma derecha, los pichones en su pelea alcanzaron a rasgarle
la piel, por ganas de vivir, por instinto.
Acto seguido se sentó en el piso, se limpió el sudor de la
frente con la sangre de su mano y me dijo: Todo se vale, puedes ser gusano,
pájaro o humano, según puedas y según te acomodes, de todos modos, todos somos
cualquiera de ellos en algún momento. Nomás cuídate de no enfriarte, sigue
palpitando, aunque sea por instinto. Ahora pásame bolsa, es tierra nueva para
este Benjamín, que ya anda necesitando novedad para no entristecerse, como
todos, pero de eso te cuento otro día, porque es tarde y han de estar
preguntando por ti.
JD
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