He visto mi cuerpo desnudo en el
espejo, de soslayo al salir de la regadera, así como por accidente el reflejo
de la piel húmeda en el espejo me muestra la cobertura de mi nombre, el
transporte diario de mis ideas y ensoñaciones. Los millones de células que me
hacen funcionar y que totalmente ajenas a mí, crecen, se mueven, se reproducen
y mueren, sin que yo me percate de ello.
Bajo la cabeza y los dedos de los
pies, perfectamente distribuidos me sostienen firmemente al piso sin que a
ellos les importe mucho. Las gotas de agua me ruedan por el vientre, por las
piernas y sin que yo intervenga, la piel se estremece en respuesta automática.
Me cuestiono que tanto mi cuerpa es
una y yo soy otra, que tanto nos intervenimos mutuamente.
Nos conocemos, nos
acompañamos, nos soportamos, es cierto, pero… ¿será que nos cuestionamos,
reprochamos, las decisiones de la otra? ¿Quién de las dos transgrede a quién,
salva a quién? ¿A quién hay que responsabilizar de los orgasmos logrados, los
recuerdos perdidos, los suspiros inevitables?
Siento una especie de indiferencia,
de lejanía y al mismo tiempo de complicidad y entendimiento…
Mi cuerpa y yo somos un binomio simbiótico
y codependiente…
JD
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