Samir y yo vamos a mudarnos, otra
vez… a una ciudad diferente, a una guarida diferente, a una vida diferente. He
comenzado el trajín nuevamente de empacar, de meter en cajas, de deshacerme de
aquello que no me es esencial. Samir me observa recargado en un rollo de papel
burbuja que será la tumba de mis cuadros hasta que encontremos una pared para
ellos. Elijo cuidadosamente los libros, este sí, este no, este tal vez. Elijo
las piezas de ropa que encajen con el nuevo disfraz que usaré por algún tiempo,
pero escondo en el fondo de la maleta mis botas viejas, mis faldas largas y mis
aretes de semillas de tamarindo, por si acaso me da un ataque de pánico y
necesito apaciguarme. Con miedo y preguntas ahí vamos, otra vez, a lo
desconocido, a lo novedoso, a lo que sigue, más por instinto que por necesidad,
mas por consecuencia que por conciencia. Siempre mas allá, más lejos, mas
camino, más adelante.
¿Cuándo vamos a detenernos,
cuando vamos a quedarnos, cuando y donde si no hay de donde irse ni a dónde
regresar?
Tres décadas de vida se resumen
en cinco cajas, tres maletas y un perro que me sigue a donde voy….
Caracola de mar, ahora ¿a dónde vas, de que te vas?
JD