Atardece en rojo, en violeta, sus ojos brillan como el fuego, la locura esta en marcha, ya no hay camino de regreso. Hemos brincado al precipicio, ese de tres centímetros que hay de boca a boca.
He descubierto la noche su mano, su cuerpo abrazado al mío frente al mar, su mirada inquieta en mis ojos, sus manos jugando con la arena y sus preguntas.
He volado sobre su boca, abismo impredecible para mis labios. Mis manos caminan su piel, nubes de lunares bajo mis huellas dactilares, la humedad de su lengua, de su sexo me incita a descubrirle, en el centro de un respiro, el temblor de un espasmo (suma de emoción, excitación y miedo), me aferro a su espalda como si fuese una tabla de salvación para no perderme (o encontrarme), para sobrevivirle, para recordarme, que esto es solo una marea que se llevará la luna, cuando pase el eclipse…JD
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