martes, 17 de mayo de 2011

17 de mayo



Hoy es el día en el que se celebra que la homosexualidad no es una enfermedad mental. ¿Festejamos?



Yo diría mejor que digamos no a las etiquetas, yo soy yo y eso ya es mucho como para ponerse o no un sombrero....


Aqui les dejo este texto que me encontré por ahi...




Yo soy
Yo soy el niño que nunca terminó la secundaria, porque me llamaban todos los días MARICA.

Yo soy el niño atado a una valla, igual a una pulpa sanguinolenta y que dejan morir, ya que dos hombres heterosexuales querían "darme una lección".

Yo soy la chica expulsada de su casa porque le confié a mi madre que soy lesbiana.

Soy la prostituta trabajando en las calles porque nadie quiere contratar a una mujer transexual.

Yo soy la hermana que sostiene a su hermano gay a través del doloroso proceso, lleno de lágrimas en las noches.

Somos los padres que enterraron a su hija mucho antes de su tiempo.

Yo soy el hombre que murió solo en el hospital porque no dejaba entrar a mi pareja de veintisiete años en la habitación.

Yo soy el hijo en adopción que se despierta con las pesadillas de ser quitado de las dos madres que son la única familia amorosa que he tenido. Me gustaría que me pudieran adoptar.

Yo soy uno de los afortunados, supongo. He sobrevivido al ataque que me dejó en coma durante tres semanas, y en otro año probablemente seré capaz de volver a caminar.

Yo no soy uno de los afortunados. Me maté unas semanas antes de graduarse de secundaria. Era simplemente demasiado que soportar.

Somos la pareja que tenía el agente de bienes raíces que nos colgó el teléfono cuando se enteró que queríamos alquilar un dormitorio para dos hombres.

Yo soy la persona que nunca sabe qué baño debo usar si quiero evitar que el gerente me despida.

Yo soy la madre que no se le permite incluso visitar a los niños que pario, los cuido, y crió. El tribunal dice que soy una madre inepta porque ahora vivo con otra mujer.

Yo soy la sobreviviente de violencia doméstica que encontró el sistema de apoyo, que de pronto se mostro frío y distante cuando se enteraron que mi pareja abusiva es también una mujer.

Yo soy el sobreviviente de violencia doméstica que no tiene sistema de apoyo a su vez porque soy hombre.

Yo soy el padre que nunca ha abrazado a su hijo porque crecí con miedo de mostrar afecto a otros hombres.

Yo soy la profesora de economía doméstica que siempre quiso enseñar gimnasia hasta que alguien me dijo que sólo las lesbianas hacen eso.

Yo soy el hombre que murió cuando la ambulancia detuvo el tratamiento tan pronto como se dieron cuenta de que era un transexual.

Yo soy la persona que se siente culpable porque creo que podría ser una persona mucho mejor si no siempre tengo que tratar con la sociedad que me odia.

Yo soy el hombre que dejó de asistir a la iglesia, no porque yo no creo, pero debido a que cerraron sus puertas a los de mi clase.

Yo soy la persona que tiene que ocultar lo que este mundo necesita más amor.

Yo soy la persona que tiene miedo de decirle a sus padres cristianos que ama a otro hombre.

Yo soy la chica que ama a su mejor amiga, pero tiene miedo de hacerle saber.
Yo soy la que tiene vergüenza de decirle a mis amigos que soy lesbiana, porque constantemente se burlan de ellas.
Yo soy la bisexual que tiene miedo a salir del armario por que sus padres no aceptarían a otro miembro gay de la familia.

El amor no debe ser restringido por nada, y menos aún por, edad, religión, raza o género. Si tienes la suerte de encontrar el amor ¿por qué dejar estas cosas interfieran en el camino? Las personas que son homofóbicas sólo tienen miedo de las cosas que son diferentes

lunes, 16 de mayo de 2011

La enrosada



A los muertos se les respeta, aun más que a los vivos, finalmente ellos ya no tienen mucho para defenderse. Los mexicanos tenemos una relación complicada con la muerte, la veneramos, la lloramos, la respetamos y le hacemos fiesta. Juventino Rosas, es uno de los cuarenta y seis municipios de Guanajuato. Santa Cruz de Juventino Rosas es la cabecera municipal de ciento cincuenta y ocho localidades, en su mayoría agrícolas y ganaderas. La gente “baja” cada domingo a misa, a comprar cosas en el mercado: frutas, verduras, macetas de cerámica, cuerdas para la charrería, fuetes y cuartas para amansar a los caballos, los hombres compran vestidos bordados para sus mujeres y ellas con un beso añadido les piden servilletas para bordar, hilos de colores y si es posible unos nuevos zapatos para ir a misa. Al pequeño pueblo lo rodean San Miguel de Allende, Villagrán, Comonfort y Celaya. Y aunque no tenga las grandes construcciones barrocas y las calles empedradas, esconde celosamente arroyos y presas que se convierten en refugio de niños en verano y amores escondidos por las noches, pero sobretodo es un pueblo orgulloso de su música, el famoso vals “Sobre las olas” fue creado por uno de los hijos pródigos del pueblo.
En Juventino Rosas el día de muertos se celebra el 2 de noviembre como en todo México, pero aquí empieza la fiesta empieza con la ceremonia de “la enrosada” una noche antes. Mi madre y yo vamos a participar de esta ceremonia, por eso me pide que me vista de negro y que no me preocupe “los muertos no van a hacernos nada- me dice- nosotras vamos a rezar por ellos”. Antes de irnos al cementerio tenemos que pasar por el mercado, compramos siete velas de cebo en el puesto de Doña Esther y un ramo de rosas con Don Tino, que vende más barato que doña Trini, dice mi madre. Llegamos a la iglesia de la Santa Cruz, una hermosa construcción de cantera rosa, que tiene una fuente y una cruz que a esta hora ya están adornadas con flores. A las siete de la noche, empieza la misa, todo el pueblo está reunido y escuchamos las palabras del sacerdote en silencio, con la cabeza agachada y los recuerdos de nuestros muertos a flor de piel. Nos habla de la resignación a la muerte, del perdón y de la prometida vida eterna.




Ahora inicia la caminata.




La noche ha caído, el ambiente se impregna de olor a incienso y flores y del aroma del dolor, la pena y el luto que nos ha caído a todos, aunque algunos como yo, no tengamos algún muerto que llorar en estas tumbas. Salimos de la iglesia guiados por el padre. Sólo nos ilumina la luna y la temblorosa flama del cirio que el padre lleva en sus manos. Los cantos son tristes, se escucha el murmullo de los rezos, de las lágrimas tragadas y los silencios forzados. Nos detenemos en medio de las tumbas, el padre inicia un salmo responsorial y todos contestamos al unísono. Encendemos nuestras velas y seguimos caminando, despacio, como si los pecados de todos nos pesaran al mismo tiempo, la noche crea un escenario lúgubre, yo tengo miedo, el olor empieza a marearme y está demasiado oscuro, pero mi madre me toma de la mano me guía por entre los pequeños pasillos, me explica que debo elegir siete tumbas, las que yo quiera, las que sienta que necesitan una luz. Levanto la vista para leer las lápidas, nombres y fechas se agolpan en mi cabeza “Luis Gómez, amado padre, Filomena Pérez, amoroso recuerdo de su sus hijos”, yo elijo tumbas lastimadas, abandonadas, aquellas a las que el tiempo les ha roto el concreto, aquellas con las cruces desvencijadas, aquellas que no tienen flores y coloco apachurrando con los dedos las base de una de las siete velas que tiemblan en mis manos. Dejo una de las flores y sigo buscando. A lo lejos sombras negras se detienen en las tumbas, pequeñas luces son depositadas. Cada una de las personas que estamos aquí debemos elegir siete tumbas distintas, dejar una flor, una vela, pedir por su alma. Damos una ofrenda, esperando que algún día algún día ponga sobre nuestra tumba una luz, una rosa.
JD




lunes, 9 de mayo de 2011

Mamá



Mi madre no es sólo mi madre, también lo es de mi hermana y es para cada una de nosotras una persona totalmente distinta, pero más que eso mi madre es una mujer, que vive, siente y entiende desde su propia esquina. Mi madre no es mi amiga es mucho más que eso: es mi mamá, por eso es mi primer referente femenino, mi apoyo incondicional, el rezo más fuerte, el abrazo más reconfortante, mi cómplice, mi porra más animada, el regaño más sentido, las palabras más fuertes, pero sobre todo, las alas más grandes. Ella me ha dejado ser (lo que sea que soy) aún a pesar y en contra de ella, me ha dejado caer y me ha dado razones para levantarme, me ha dado su opinión sin interferir en mis decisiones, me ha visto llorar hasta desgañitarme sin jamás decirme “te lo dije”, ella entiende que tengo que ir por la vida con mis propios pasos, por eso entiendo que me ama no solo porque soy su hija (eso puede hacerlo cualquiera), sino por la mujer en que me he convertido, me respeta y eso hace mas fuerte nuestro vínculo. Hemos pasado juntas muchas cosas, me enseñó a usar los cubiertos correctamente, a no llorar en la puerta del jardín de niños, a decir con permiso, por favor y gracias, a atarme las cuerdas de los zapatos, a entrar a una fiesta infantil sola, a pedir un corte de cabello en la estética, a andar en tacones altos, a rechazar un ramo de flores, a hacerme cargo de mi misma, a pedir disculpas, pero sobretodo a ser quien soy. Gracias ma!!!
Te amo.
Atentamente: Mafalda, arañita, bananita, Jus, osea yo….

sábado, 7 de mayo de 2011

Escribo por necesidad...




...algo tiene uno que hacer con los dedos, si no es posible que toquen tu piel...
JD

lunes, 2 de mayo de 2011

Sin brújula



Dice Esther Seligson que " a la intemperie sólo estrellas no existen brújulas" yo digo que quiza por eso nos perdimos, porque nos besábamos con los ojos cerrados, a manos abiertas y nos hundíamos en las bocas...sin brújula...



JD