viernes, 10 de septiembre de 2010

La mejor edad


Recibí tres regalos. Uno por cada década, supongo. Los tres significativos y únicos. Escuché mi canción favorita en vivo, cuatro de mis personas importantes me llamaron para decirme que es bueno que siga en este planeta y eso es bueno, supongo. La verdad es que yo moría por llegar a los treinta, en realidad no hay una explicación lógica, pero creo que es la mejor edad de las mujeres (dicen que debo esperar a los cuarenta para hacer esa afirmación, o como dice Jerus que hasta que entienda porque las salchichas vienen en paquetes de 10 y las medias noches en paquetes de 8 no puedo entender la vida), a mí el número treinta me gusta, muchas mujeres que han marcado mi vida han estado justo en sus treinta cuando yo las conocí. Quizá esta fascinación por los treintas sean las ganas de marcar la vida de alguien. En realidad creo que hoy puedo decir que he vivido lo suficiente como para entender que esta es una ruleta que sigue y sigue sin importar si le atinaste al premio mayor, que a veces el premio mayor no lo es tanto y que ya me he equivocado lo suficiente como para seguir equivocándome sin sentir que se me abre el piso en el que camino. Hoy ya no quiero ir a Cuba a buscarme marido, como alguna vez dijimos Liliana y yo que lo haríamos justo al cumplir treinta si no nos flechaba Cupido antes, tampoco necesito que me quieran para querer con cada una de mis células, he sobrevivido al amor, a la ausencia y a la pasión. Hoy puedo entender que luchar con todas mis fuerzas puede no ser suficiente y aún así seguir en la batalla, se que el tiempo es lo más valioso que tengo, que las personas cambiamos y que esa es precisamente nuestra maravilla. Hoy tengo el valor de decidir, de elegir, de ser y de seguir… Así que… bienvenidos sean los treintas. “Los fabulosos treintas” me dijo mi madre al teléfono justo a las 11:45 de la noche. La hora exacta de mi nacimiento.
JD

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