Debo este libro a Josean -un hombre maravilloso a quien con orgullo puedo llamar mi amigo- que me prestó sin recelo el ejemplar de Marcela Serrano y no sabía él que me daba algo más allá de las 371 páginas leídas. Antigua vida mía, me dio un descanso, me dio voz para muchas sensaciones, emociones y sentimientos, me dio recuerdos, nostalgia, felicidad, me hizo escuchar una vocecita que decía “a veces yo siento o pienso igual” ó “yo he estado así”.
Les dejo algunos fragmentos, resultado de las pláticas o reflexiones de los personajes, que los disfruten…
JD
· Elegí a Violeta entre todas mis amigas porque nuestra historia se remontaba tan atrás que cualquier explicación era innecesaria. Ella formaba parte de mi infancia, era casi un miembro más de mi familia. Por eso me resultaba tan cómoda: lo que hiciéramos juntas era como hacerlo sola. Y mi miedo al vacío no me permitía tanta privacidad.
· Difícilmente a esta edad estrecharías nuevos lazos, no despilfarres los que has mantenido por una vida entera.
· Tanta vida dentro de ella. ¿Para que la andaba prestando?
· Aparece esa otra que no es ella y que a ella le gusta tanto.
· Elige. Heroica o prudente, querida. Ambas cosas no pueden ir juntas.
· Es la vida, mujer, las penas la ponen sabia a una.
· ¿No será mijita que tu problema con ella no es más que el susto de llegar alguna vez a ser así?
· No tengo más remedio. Confiaré en ti tan sólo porque en la vida hay que confiar en alguien.
· Las mujeres no matan a alguien ajeno a sus sentimientos. Ellas matan amantes, hijos, maridos…sólo lo que han amado.
· Lo amenacé: no acompañarme en esta aventura sería considerado una causal para romper nuestro contrato.
· Ella se inventó a sí misma.
· Tengo muchas historias que bordar.
· Lo echo de menos y lanzo un par de imprecaciones por su ausencia.
· No es el sexo lo esencial, es el romance.
· …solía decir que yo era del tipo de mujer que exige ilusiones, como otras exigen joyas…
· Y amo todos esos detalles. Es la única decadencia que soporto.
· A veces hablo contigo, como si hablara conmigo. Sé que tú no eres eso, lo que me maravilla de ti es que no eres eso, eres lo diferente de mi, otra.
· Suelo mandarle pequeños recados tontos, frases cualesquiera, lugares comunes pero ciertos, como todo lugar común. Ella los aprecia, comprende estas modernas señales de humo, palomas mensajeras que le dicen, no te olvido.
· Es fundamental diferenciar la pena de la angustia. La angustia inmoviliza, la pena hace crecer.
· Hay un elemento de la neurosis femenina que temo especialmente: la lealtad al malestar
· Para ser la mujer que era, y haber hecho lo que hizo, y haber vivido lo que vivió, me parece una persona demasiado entera.
· Si algo importante me ha pasado desde la última vez que te vi es que ya no soy joven.
· Le explique que había abandonado la juventud el día en que dejé de consumir los momentos, de vivirlos con rapidez, apurándolos para saber qué venia después. Ignoraba el acontecer en que estaba para saltar al acontecimiento siguiente, siempre ansiosa por vivir lo que, suponía, me deparaba la vida. Mi norte era tan marcadamente el futuro, que apuraba el presente sin atesorarlo. sin vivirlo. Cuando descubrí el placer de retener cada momento, alargarlo intensamente, concentrándome en él sin soltarlo, inhalándolo como si fuese opio o la fragancia del azahar, entonces dejé atrás la juventud.
· Es que nos hemos encontrado en un punto de la vida, el punto del medio, cuando íbamos camino a convertirnos en unos escépticos o descreídos. Nos devolvimos juntos la fe, uno al otro. Y hoy lo que nos pasa, lo que de verdad hacemos, es completarnos.
· No estoy privilegiando una opción sobre otra. Ésta es la que yo necesitaba, tú lo sabes. Me he pasado la vida buscando una forma coherente de vivir y siento que la he encontrado. Hay mil opciones posibles.
· Cada uno sabrá cual es su forma. Lo importante es saberlo a tiempo. También lo sabrás tú, y yo no descalificaré tu opción, ni tú la mía. ¿verdad?
· No me interesa el pasado como tal. Me interesa para entender quiénes somos hoy.
· No es la nostalgia. Es la añoranza. Y créeme, no es lo mismo.
· Porque creo que a cada una nos suceden solamente las cosas que nuestra fortaleza es capaz de soportar. Y la tuya ha sido, es, muy grande.
· Porque no he sabido mirarme de frente, porque he necesitado de otra femeneidad –aunque fuese mi opuesta- para hacer mí propio relato.
Marcela Serrano
2 comentarios:
gracias Jus, ..la belleza está en el ojo que mira.
me encanta eso de "tengo tantas historias que contar".
Si, hay frases muy buenas, gracias por acercarme el libro
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