Ahora que no estás, llego a la cama con el cansancio
del día al doble,
mi almohada me abraza más temprano.
Ayer me sorprendí
durmiendo en un lado de la cama que no es el mío,
aunque ahora ya no tenga uno, no olvido la rutina.
Me di permiso de revivir el último silencio nuestro y
de acariciar con el recuerdo otros que se te olvidaron en la cama. Debiste, sin
embargo, dejarme algunos de repuesto.
Tuve miedo de despedirme de ti.
Quizá te lo haya dicho
esta noche, quizá nunca.
JD