Ella huye de mis manos mariposa nocturna
aletea desnuda al borde del sillón.
Ella nunca fue mía
antes fue de su madre y sus amigas
antes fue de la patria y esas lejanas tierras exquisitas.
Inventó otros amores fue feliz
compartiendo el rumor pausado de otras lenguas
y ciertas explosiones en la mañana bélica.
Entonces tampoco ella era mía
era de la aventura cercana de la muerte
y de otras aventuras más cercanas.
Ella nunca fue mía y sin embargo
quizás nadie fue mía como ella
ni yo tuve insistencia más rara que su amor.
Porque arqueaba su espalda y yo resplandecía
me tragaba su lengua dentelleaba.
En las tardes ardientes aún sueño nuestros cuerpos
el humo del cigarro
el rocío final
y entonces sé que ella fue mía a su manera
y eso basta.
ODETTE ALONSO YODÚ
(Santiago de Cuba, 1964)