Finalmente llegó el día o cayó la noche.
Después de horas de trabajo, de reunirme con la tribu a bordar sueños y coser corazones rotos (aún me falla esta puntada pero ya casi), de repetir y repetir los movimientos, llegó la hora de usar el vestuario que me permite ser yo misma, tun tun, tan tan, la música suena, se apaga la luz, mi cuerpo baila. Siento la mirada que se desplaza por mi espalda, el fuego entre mis manos me enciende por dentro, el olor del incienso me lleva lejos. No sé donde estoy, no existo mas allá de esta duela, (del duelo de saberte ausente), no soy nada más que este cuerpo que vibra (bajo sus ojos, que son como dos manos que me alcanzan), no pienso; siento y me deslizo entre siete notas.
JD
Después de horas de trabajo, de reunirme con la tribu a bordar sueños y coser corazones rotos (aún me falla esta puntada pero ya casi), de repetir y repetir los movimientos, llegó la hora de usar el vestuario que me permite ser yo misma, tun tun, tan tan, la música suena, se apaga la luz, mi cuerpo baila. Siento la mirada que se desplaza por mi espalda, el fuego entre mis manos me enciende por dentro, el olor del incienso me lleva lejos. No sé donde estoy, no existo mas allá de esta duela, (del duelo de saberte ausente), no soy nada más que este cuerpo que vibra (bajo sus ojos, que son como dos manos que me alcanzan), no pienso; siento y me deslizo entre siete notas.
JD