Son las siete de la mañana, la carretera está tranquila, dos duraznos y un café me acompañan y claro la emoción de que bailaré por horas…. Seminario de Danza Romani… Llego al lugar, poco a poco mujeres de todos los tamaños y colores nos vamos agrupando, la tribu se va armando, la cofradía nace. Dos horas después hemos dejado en la duela el sudor y la energía de nuestros cuerpos, las faldas de colores vistas en el espejo parecen flores. Pienso que eso es un pleonasmo, mujeres convertidas en flores, somos un ramo en movimiento.
Y bailo… bailamos…
La danza es vida. Es escribir con el cuerpo, es tener control de cada uno de los pedazos que me forman, es enfrentarme a mi misma, encontrarme, descubrirme, amarme.
En dos días, nosotras, esas veinte brujas reunidas, bailamos, nos mecimos, aplaudimos, tocamos el piso con las manos, con el cuerpo, con los pies. Hicimos un circulo, protegidas, energéticamente conectadas, con velas, flores e incienso hicimos un pacto femenino que será indisoluble aunque no volvamos a vernos.
Yo, flui, regresé a casa con el cuerpo cansado, la mente liberada y el alma menos pesada. Mi cuerpo, este que me sirve de transporte , y esta piel que me hace sentir tantas cosas ahora son diferentes, tienen en su memoria cosas nuevas…
Hoy se que hay un poema resultado de la caligrafía de mis pies…